sábado, julio 28, 2012

Todo lo que se halla en la naturaleza es armónico hasta que la balanza se desequilibre más de la cuenta.
Si le convences a alguien de algo es porque realmente quiere ese algo, o bien, piensa sacar provecho de ese algo.
Diferencia entre envidia sana y mala: En la sana reconoces su mérito de tener lo que tiene, en la mala no se lo reconoces.

miércoles, abril 04, 2012

Calor invernal


Era una oscura mañana de invierno en la que yo me sentaba acurrucado delante mi chimenea. Giré la cabeza hacia la ventana que se encontraba a mi derecha. Estaba nevando intensamente. Había cuajado todo por completo, todo el paisaje era blanco, ni una marca, ni una sola pisada, aquello estaba desértico.
Me equipé con mi gran abrigo de color beige, una bufanda de color rojo, unos guantes marrones y un gorro negro, y salí a dar un paseo invernal.
Estaba todo tan impoluto que me daba pena dejar mis huellas en aquella alfombra blanca. Si hubiera podido, volaría, para otear todo el paisaje desde lo alto. De repente, un pájaro posó en la rama de mi árbol favorito; era un roble frondoso, majestuoso y añoso. Tenía una gran hendidura en su base, donde solía quedarme sentado a menudo, aquel rinconcito me abrazaba y me refugiaba ante cualquier tempestad, como lo hace una madre con su hijito.
—Qué envidia me das, ¡ojalá pudiera volar y disfrutar de este paraje tan blanco!— le dije al pájaro. El pájaro, me inclino la cabeza mientras me miraba. Tenía la sensación que me entendió. Pió y voló unos metros delante mío, posandose en el frío y mullido suelo. Yo, le seguí. Cuando estaba llegando a su altura, voló de nuevo otros metros más adelante. Sin titubear, le seguí sin parar, emocionado por aquel momento que me brindaba aquel maravilloso pájaro azul.
Poco a poco, me estaba llevando al centro del pueblo, pero las calles estaban totalmente desiertas. Yo no salía de mi asombro, parecía un pueblo fantasma.
El siguiente vuelo del pájaro fue más largo, y le perdí de vista.
—¿Dónde estás? ¿Dónde te has metido?— grité desesperadamente. Avancé, y empecé a oir un bullicio. Se oían personas de todas las edades. Seguí avanzando, y en la esquina de la calle por donde yo iba, vi el pájaro posado en un murete, mirando fijamente al lugar del bullicio. Cuando llegué al murete, me arrodillé, el pájaro se posó sobre mi hombro derecho, cuan pirata y su loro. Todo el pueblo estaba alrededor de una gran hoguera, disfrutando del calor que daba aquella hoguera.
Miré al pájaro, y le dije:
—¿Ves qué hermoso es esto?


4/4/2012

Gorka Oyarzabal